Abstract
Las siguientes líneas interrogan cómo se concibe el “espacio
público”, y quién puede utilizarlo, y el emplazamiento de monumentos, obras
o puestas artísticas como estrategia política pero también en su movilización de representaciones e identidades. A ello se le suman las posibilidades de resignificación
que ofrecen los receptores entendidos no sólo como meros espectadores. También se
reflexiona sobre el arte en relación con la planificación urbana de fines del siglo xx.
En ese sentido son consideradas tres esculturas del artista cordobés Antonio Seguí
emplazadas a lo largo del año 1999 en diferentes puntos de la ciudad de Córdoba
(Argentina) conocidas en su conjunto como La familia urbana.