Abstract
Practico el oficio artesanal de proponer juegos en ambientes educativos formales e informales; cuando de mí depende, prefiero el ritual intimista al evento extraordinario. Este texto es un fragmento de una publicación más extensa sobre detalles aprendidos en esa práctica. Por respeto a los límites espaciales propia de una
revista, seleccioné sólo uno de los tantos posibles que, en mi opinión, hacen a un modo, digámoslo así,
más lúdico de jugar.